Bullying, difícil convivencia en las aulas y violencia

El investigador Santiago Resset habló sobre bullying, pandemia y la escalada de la violencia. También sobre la falta de herramientas en escuelas

El Colegio Nacional de Paraná fue noticia al hacerse viral un video en el que alumnas agredían ferozmente a una compañera en un sector de la escuela conocido como El Sótano, donde funciona tercer año. La exposición del tema hizo que otra mamá también cuente lo sucedido a su hija de mano de las mismas agresoras y que terminó con el cambio de institución educativa por parte de la víctima: “Cuando les pregunté porqué agredieron a mi hija, me contestaron que por linda, chetita y porque tenía el pelo limpio’”, referenció en diálogo con La Red Paraná (88.7). En este último caso, a la menor la amenazaron con cortarle el rostro con un arma blanca.

Causa pavor el relato de lo acontecido. Los videos son contundentes y extremadamente inquietantes, dolorosos. Sin dudas, son casos que muestran la violencia en su máxima expresión y por eso tienen lugar en la primera plana de los diarios y se viralizan en las redes sociales. Sin embargo, son innumerables los testimonios de niños y adolescentes que a diario sufren intimidaciones, amenazas, acoso físico y psicológico, burlas, descalificaciones. Víctimas de estas acciones y muchas veces sin saber qué hacer, ocultan su situación a familiares y docentes y lo sufren en silencio. A Juan, de una escuela primaria de Paraná sus compañeros no lo hablan, lo ignoran por completo y cuando dice algo, hacen gestos y vociferan para que se calle porque -aseguran sus compañeros- molesta. Nadie quiere hacer grupo con él y en la hora de Educación Física no lo dejan jugar; a Pedro, de otra institución paranaense, en el recreo lo golpearon en el estómago, a días de haber sido operado; a Verónica sus compañeritas la hostigan por su aspecto físico. A Francisco le quitan la merienda, le quitan sus útiles, le rompen o ensucian el uniforme, y ya les expresó a sus papás que no quiere ir más a la escuela. Podríamos enumerar demasiados testimonios porque se multiplican en todos los niveles educativos. Si es cierto que son expresiones menores de violencia si lo comparamos con los primeros casos mencionados, pero de una nocividad tal en la autoestima de las víctimas que genera alarma. Algunos ya se animan a hablar de una pandemia: la de la falta de empatía, el individualismo y la descalificación del otro como forma de manejarse. Pasa en todos los niveles educativos y la falta de herramientas es prácticamente total.

El acoso y las violencias escolares se convirtieron en fenómenos psicosociales endémicos y globales, que habitan puertas adentro de las escuelas y que además ofrecen un criterio inverso a la teoría científica de la evolución biológica: involucionan. Partiendo de la cosmovisión de que la violencia es fundamentalmente cultural, en la actualidad existe evidencia entre los académicos acerca de que la violencia escolar impacta, no solo en la salud integral y la autoestima de la víctima (en el contexto escolar, el alumno) sino también en los aprendizajes colectivos de los estudiantes. A este escenario es necesario sumarle los efectos de la pandemia del coronavirus.

Santiago Resset es profesor en Ciencias de la Educación y licenciado en Psicología, uno de los únicos que se ha especializado en la temática de bullying y escribió un libro titulado ¿Aulas Peligrosas? Qué es el bullying, el cyberbullying y qué podemos hacer. Allí describe una situación que se da a nivel mundial, y que en Argentina cada vez toma mayor virulencia.

En diálogo con UNO sostuvo que en las instituciones educativas de Paraná y la provincia faltan herramientas para trabajar sobre la problemática: “Lo vivo a diario. Y no estamos hablando de un problema exclusivo de Paraná, no se hace nada para prevenir y siempre vamos detrás de las desgracias. Cuando un adolescente que sufre bullying se suicida, el tema se instala en los medios de comunicación de forma instantánea, pero no hay políticas en contra de este flagelo”, indicó.

Resset insiste en que la problemática no es sólo en Argentina, pero advierte que en otros lugares, como Suecia, se realiza un trabajo preventivo: “Me pasa cuando voy a las escuelas encontrarme con docentes que me dicen: ´No sabemos cómo manejar lo que está pasando. Y el problema tiene infinidad de complicaciones, porque además de la situación de los alumnos, el docente pierde mucho del dictado de clases llamando la atención a quien comete una agresión o burla, el resto de los compañeros se distraen porque están pendientes de lo que sucede en el aula; algunos para reírse, otros preocupados por lo que pasa pero con miedo a intervenir. Además de todas las consecuencias negativas que tiene la violencia instalada en las escuelas, se altera el funcionamiento del aula”, manifestó.

“Hay muchas formas de hacer bullying. La más común es la verbal, mediante formas relacionales, como excluir a los chicos de los grupos y la de utilizar la fuerza física. Hoy día, por el desarrollo de las nuevas tecnologías, aparece un nuevo escenario que es el ciberbullying. No es peor, pero sí mas estresante. No es peor, porque en redes podes bloquear o evadir, cuando es personal, no está esa posibilidad”.

“Hay un caso que cuento en mi libro acerca de una chica de tez oscura, tímida, buena alumna. Le hacían bulliyng, le decían cosas espantosas. Un día dijeron vamos a jugar al Amigo Invisible y a ella, como a todos, le llegó su sobre. Estaba muy ilusionada y al abrirlo ve que era una tira de asado con mucha grasa y una vela. Ella rompe en llanto, la graban con el celular y su reacción la suben a las redes. Desde la escuela le recomendaban que se cambie a otra institución, pero con eso estás dando un mensaje equivocado; el que tiene que irse en todo caso es el que hace bullying y tiene que aprender que los actos tienen consecuencias”, consideró el profesional.

“Hay que trabajar mucho también con los espectadores, hay que frenar que se rían, porque están avalando y de alguna manera promoviendo que la situación siga. El docente tiene un rol trascendental para frenar lo que pasa, porque está a cargo del aula, porque es el que debe enseñar, pero necesitas el acompañamiento de toda la comunidad educativa y de la familia. La realidad hoy es que la famosa ley para el Abordaje de la Conflictividad (Ley 26.892: Ley para la promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en las instituciones educativas) no es más que una recopilación de buenas intenciones acerca de los derechos de los niños. Hoy no hay protocolo para tratar la violencia en las aulas y la prevención del bullying, pero aún peor, ni siquiera tenemos estadísticas. Soy investigador del Conicet y de distintas universidades. Particularmente, los datos que manejamos junto a mi equipo de investigadores son pocos, porque hacemos lo que podemos, tomando como ejemplo algunas escuelas. El problema de Argentina es que no contamos con la investigación básica sobre bullying, que es la que genera los datos. No sabemos de qué tamaño es la bomba que hoy tenemos en nuestras manos, porque no hay datos sistemáticos”, explicó.

“¿Cuáles son las formas más comunes de bullying? ¿En las escuelas rurales sucede lo mismo? ¿Cómo actúan los padres? Estamos frente a una nueva pandemia. El problema es que esto es una pandemia silenciosa. Se está incrementando la violencia en las escuelas y se detectan sólo los casos más graves. El 55% de los alumnos no cuenta lo que le pasa ni a los docentes ni a sus familias. Entonces al no contar con medios para interiorizarnos sobre lo que está sucediendo, ya nos enteramos cuando es tarde lamentablemente. De quienes padecen violencia y se animan a hablar, el 60% se lo confiesa a un amigo. Por supuesto que los costos disminuyen, porque encuentran contención pero un par no le puede dar la misma solución que un adulto”, señaló el entrevistado.

Resset no quita responsabilidad a la familia, pero destaca la información que reciben los niños y adolescentes a diario. “Los medios de comunicación socializan y el alumno que es agresivo va a consumir contenidos violentos, copia modelos y eso genera más violencia. En los medios de comunicación hay muchos malos ejemplos, en las redes sociales, además el horario de protección no existe más en la práctica. Los medios deben ser precavidos a la hora de contar las malas noticias, sin dar detalles truculentos sobre asesinatos, sobre femicidios, sobre suicidios, porque la forma en que reaccionan quienes ya son violentos. En la escuela si no tratás el bullying se transforma en un modelo a seguir. Tenemos que poner en valor los buenos modelos, en la casa, en la escuela, en la televisión. En las escuelas, por ejemplo, destacar a los alumnos que tuvieron buenas acciones”, mencionó Resset.

Al hablar del bullying, en oportunidades se utiliza mal el término, pero es cierto que está incorporado al debate social. En general los que gestionan la educación llaman “prevención” a actuar cuando ya sucedió, cuando ya hay agresores, víctimas y una gran cantidad de justificaciones. El desafío es conocer las “temperaturas” sociales para tener alertas tempranas, prevenir a través de acciones más concretas.

Siete de cada 10 niños sufren bullying o maltrato en la escuela

La ONG Bullying sin Fronteras difundió un informe en el que da cuenta de que siete de cada 10 niños y adolescentes en la Argentina sufren bullying o algún otro tipo de maltratos en entornos escolares, relevamiento desarrollado en el marco de un trabajo de alcance internacional.

Tomando el período entre enero de 2021 y marzo de 2022, el país está entre uno de los países con más casos de bullying y ciberbullying en el mundo.

En ese período se contabilizaron 14.800 casos en el país, lo que implica un incremento del 20% con respecto al último informe, realizado en 2019, donde se habían registrado 12.300 casos.

Las estadísticas de casos de bullying varían según cada provincia: la Ciudad de Buenos Aires presentó un 18%; Buenos Aires un 14%; Santa Fe 8%; Córdoba 7%; Mendoza 6%; Jujuy, Misiones, Neuquén, San Juan y San Luis un 4%; y Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Río Negro y Salta un 3%.

Es decir que en Entre Ríos, al menos registrados oficialmente en el ámbito educativo oficial, se hicieron 444 presentaciones. Habrá que decir que coincidió con un período de restricciones sanitarias, con menos convivencia en las escuelas, y también con dificultades para las presentaciones institucionales pertinentes.

Formosa, La Pampa, La Rioja, Tucumán, Santa Cruz, en tanto, presentaron el 2%, mientras que las provincias que registraron el porcentaje más bajo de acoso fueron Catamarca y Tierra del Fuego, con el 1%.

El bullying o acoso escolar es la forma de comportarse o dirigirse a otra persona, ya sea de forma verbal o física, causando un daño temporal o permanente en la víctima. Constituye un tipo de hostigamiento reiterativo de una o más personas hacia sus semejantes, en el cual la víctima sufre de amenazas, intimidación, manipulación e incluso agresiones físicas, por eso se trata de “un enemigo silencioso que se nutre de la soledad, la tristeza y el miedo”.

Fuente: unoentrerios.com.ar

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