Bullying: el testimonio en primera persona de una madre que enfrentó la pesadilla

De un momento a otro, el mundo de Soledad Sotomayor y su familia cambió por completo. Lo principal fue la pérdida de la paz. Y sentir, como lo cuenta ella, que de repente la vida de todos pasaba a ser el estar pendientes de la hija adolescente de ella y de Rubén, su esposo. La chica comenzó a ser víctima de bullying en el colegio al que asistía, y todo el hogar fue empujado a vivir meses de dolor y angustia.
Las agresiones provenían de compañeros de la joven, en el tercer año del nivel secundario de un colegio privado de Resistencia. Eran, en general, expresiones de desprecio que giraban en torno a la obesidad de la adolescente. Un ataque sistemático y cotidiano que no se agotaba con el horario escolar, sino que proseguía las 24 horas del día, los siete días de la semana, a través de las redes sociales.
“Yo no puedo contar lo que vi en los chats, porque cuando los vi no sé cómo llegué al colegio. Llegué temblando, no podía respirar por lo que había visto”, cuenta Soledad en una extensa charla con NORTE. Un testimonio valiente sobre un problema grave de nuestro tiempo, que muchas veces queda tapado por el silencio y el ocultamiento.
EL PRINCIPIO
Soledad se enteró a las puertas de las vacaciones de invierno de este año del drama que venía atravesando su hija. “Debería haberme enterado antes, pero ella habló primero con los directivos del colegio. Yo la veía triste, no era la misma persona”, recuerda.
Lo que descubrió la quebró al medio. “Subían fotos de mi hija diciendo barbaridades de ella. Le escribían cosas relacionadas con su obesidad. Yo no puedo contar lo que vi en los chats, porque cuando los vi no sé cómo llegué al colegio. Llegué temblando, no podía respirar por lo que había visto”, dice. A pesar de su estado de conmoción, afirma que ningún directivo de la escuela (el Colegio López Piacentini, de Resistencia) la recibió.

Soledad es muy crítica de la manera en que las autoridades de la escuela manejaron el caso.”La primera pregunta que le hacen a mi hija cuando empieza esto es ‘qué hiciste vos para que te hagan esto’. Yo no lo podía creer. Yo esperaba que el colegio nos acompañe, pero nos desprotegieron totalmente. Yo preguntaba qué sanciones iban a tomar, y me decían que no podían decirme por la intimidad de los chicos. ¿Y la intimidad de mi hija? Podría haber pasado un montón de cosas. En una reunión llegaron a decirnos: estamos aprendiendo de esto. No, no aprendan por el cuero de mi hija. ¿Si pasaba algo qué me iban a decir? ¿Que aprendieron?”, plantea.
Mirando hacia atrás, dice que puede ver que el impacto de todo lo que iba sucediendo la llevó a veces a tomar decisiones erradas. “Me equivoqué, yo tendría que haber sacado a mi hija, nos tendríamos que haber ido de ahí. Mi hija me dijo: ¿Por qué me tengo que ir yo? Y era lógico que pensara eso, porque yo le enseñé a que pelee por sus derechos. Y nos quedamos, pero nunca pararon (de agredirla). Si alguien pasa por lo mismo, yo le digo lo que aprendí: esto se tiene que terminar en el momento en que se sabe. No puede perdurar algo así en el tiempo”.
“Hoy mi hija está bien, pero no tendría haber pasado por un montón de cosas. Ellos deberían saber lo que tienen que hacer”, resume, refiriéndose al rol del establecimiento educativo.Play
EL PRESENTE
Hoy la hija de Soledad está mucho mejor. El precio fue dejar de asistir a clases. “Ella hace dos meses que no va al colegio –cuenta Soledad-. Presentamos un informe psicológico de lo que ella vivía. Cuando terminó la entrevista con mi hija, el psicólogo me dijo: ‘Lo que hicieron con ella es una masacre’. Yo allí me sentí que estaba parada al borde de un pozo. Y me pregunté por qué no la saqué de la escuela. Entonces, lo que les digo a otros padres es que si no ven que las cosas mejoren, que saquen a sus hijos, nunca el cambio puede ser peor”.
Soledad dice tener conocimiento de que otras chicas también sufren ataques sistemáticos similares a los de su hija, con diferentes características pero el mismo método de destrucción de su autoestima y su tranquilidad. “En los chats ponen los nombres, hay una impunidad total. Llegó a haber una cuenta de Instagram donde contaban dónde estaban las chicas que agredían, no solo mi hija. ‘Va al gimnasio tal’, ‘está en tal lado’, ‘va al club tal’. Y ahí aparece otro miedo más, porque te preguntás: ¿Qué están buscando? ¿Para qué dicen dónde están las chicas?”
“Otra cosa que le dijeron a me hija en el colegio fue: ‘en todos lados te va a pasar’, por su condición de obesidad. Y eso es mentira. En hockey de Cune siempre la trataron maravillosamente, y fue un sostén que yo agradezco al club. No va a pasar en todos lados, porque no tiene que pasar”.
Como lección aprendida, comparte la siguiente: “Siempre digo a los padres: si ven cambios, busquen ayuda. Yo busqué ayuda, y era muy fuerte cuando me decían lo que estaba pasando. El nutricionista de ella me dijo: ‘La quebraron, yo empecé tratando a una persona y ahora hay otra’. A ella no le importaban sus kilos de más, pero esa persona desapareció, no era la hija que yo conocía”.
“Hoy la reconozco –dice- porque volvió su fuerza. Ella se saca fotos en bikini, con el cuerpo que tiene, y yo digo: listo, volvió mi hija”..
“No puedo imaginarme a un chico levantándose
todos los días para lastimar a otros”
En los meses de agresiones constantes a su hija, Soledad Sotomayor tuvo margen para preguntarse de dónde podía provenir tanto odio.”Yo no puedo imaginarme a un chico de 15 años levantándose todos los días de su vida para lastimar a otros. Estamos hablando no de una broma, sino una continuidad en el tiempo de una maldad constante. Lo que se hace hoy en las redes es salvaje, y se vive todo el día, porque mi hija no es que salía de la escuela y podía respirar. Ella no podía respirar nunca”.
“Yo no supe qué hacer -sigue diciendo-. Cuando maltratan a un hijo, eso le pasa todos los demás miembros de la familia. Ella se levantaba a las seis de la mañana llorando y pidiendo no ir al colegio. ¿Con qué cabeza vas a trabajar luego? Esperás que te avisen cualquier cosa en el teléfono. Eso no lo tiene que vivir ningún papá”.
Sobre los agresores, reflexiona que “esas familias tendrán que buscar también un acompañamiento, hay un problema en esas vidas. Yo preguntaba si esos padres iban al colegio, también me respondían que no me lo podían decir. Yo siempre supe quiénes eran, pero nunca fui por los chicos”.
“Una sola madre me habló -cuenta-. Son cinco chicos (los agresores), me habló una sola madre. Me dijo que pensaba que yo no iba a querer hablar con ella, lo cual para nada era sí. Me dijo como que en un punto no lo podía manejar. Yo no sé cómo sería estar de ese lado. Ojalá nunca me suceda”.
Miedos que no dan paz y que
se basan en tragedias ya ocurridas
Soledad hace hincapié en la falta de respuestas adecuadas por parte del colegio privado al que asistía su hija. “Una escuela así tiene los recursos para intervenir adecuadamente. Mi hija habló, pidió que hagan algo, y yo considero que ellos tenían los recursos para hacer algo. Pero si no tienen la capacidad, que hagan otra cosa. Con la vida de los chicos no”, plantea.
Y justifica su análisis recordando “tantas cosas que pasan, casos cercanos que tuvimos en Resistencia, en el interior. Si sabés que pasan cosas gravísimas, ¿qué medidas se toman para proteger a quien está siendo lastimado? ¿Vamos a seguir con ‘qué hiciste para que te hagan esto’? ¡Es como ir al año 1800!”
Soledad recuerda, sin rencores, las veces en que tantas llegadas al colegio de su hija buscando respuestas la hicieron cruzarse con los chicos que la agredían y humillaban cotidianamente. “A veces estaba esperando ser atendida (por las autoridades del colegio) y los veía. Los agresores salen al recreo y se ríen de vos. Creo que es una burla que viene de la impunidad. Se rieron hasta estando mi esposo y yo en la escuela, con la impunidad de que salíamos de la dirección, y era como decirte ‘no va a pasar nada’”.
De todos modos aclara que “nunca fui contra los chicos, sinceramente, pero sí contra los adultos que tenían que dar respuestas y no las daban. Era impotencia y decirme yo: ¿qué esperan que pase?”.
Fuente: diarionorte.com