La clave del éxito del método nórdico contra el bullying: abordar todo el ecosistema escolar

  • El Programa de Prevención del Acoso del psicólogo sueco-noruego Dan Olweus Olweus es uno de los más probados
  • Se basa en la idea de que los casos individuales de acoso son producto de una cultura más amplia que tolera el acoso
  • Cada vez más investigaciones demuestran que el bullying tiene importantes repercusiones en la salud de los niños en el futuro

Cualquier persona que haya sufrido bullying en su infancia sabe que el sufrimiento que estas experiencias generan se arrastran toda la vida. No es algo de lo que se pueda pasar página fácilmente. Hay numerosas investigaciones en los últimos años que sugieren que los efectos del acoso infantil pueden persistir durante décadas con cambios duraderos que hacen a estos adultos que fueron acosados en su infancia más propensos a sufrir enfermedades mentales y físicas.

No cabe duda de que el acoso escolar es un riesgo grave para la salud mental de los niños a corto plazo: sus consecuencias más notables son el aumento de la ansiedad, la depresión y el pensamiento paranoico. Si bien algunos de estos síntomas pueden desaparecer de manera espontánea cuando cesa el acoso, muchas víctimas continúan sufriendo un mayor riesgo de enfermedad mental años después.

Una mujer que ha sido acosada cuando era niña tiene 27 veces más probabilidades de tener un trastorno de pánico cuando sea adulta joven. Entre los hombres, el acoso escolar en la infancia aumenta 18 veces la ideación y acción suicida. Estos son algunos de los datos publicados en un artículo de la revista Harvard Review of Psychiatry. El periodista científico británico David Robson, recoge esta información en un artículo de la BBC.

El acoso también tendrá consecuencias prolongadas para la vida social de las personas, dice de la profesora de psicología del desarrollo en el King’s College de Londres Louise Arseneault en el artículo de Robson: a muchas víctimas les resulta más difícil hacer amigos en la edad adulta y es menos probable que vivan con una pareja a largo plazo. Una posibilidad es que les cueste confiar en las personas que los rodean. “Los niños que han sido intimidados pueden interpretar las relaciones sociales de una manera más amenazante”, asegura la psicóloga. Por último, están los costes académicos y económicos. El acoso perjudica las calificaciones de las personas, lo que a su vez reduce sus perspectivas laborales, lo que significa que es más probable que experimenten inestabilidad financiera y desempleo en la edad adulta temprana y la mediana edad.

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La investigación sugiere que el estrés resultante puede afectar el cuerpo durante décadas después del evento. Al analizar los datos de un estudio longitudinal de 50 años se descubrió que el acoso frecuente entre los siete y once años estaba relacionado con niveles notablemente más altos de inflamación a los 45 años. Es importante destacar que el vínculo se mantuvo incluso después de haber controlado una gran cantidad de otros factores, como su dieta, actividad física y si fumaban. Eso es importante, ya que la inflamación elevada puede alterar el sistema inmunológico y contribuye al desgaste de nuestros órganos que conduce a condiciones como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

Cambio en la manera de ver el acoso escolar

Todos estos hallazgos están llevando a un número cada vez mayor de educadores a cambiar su visión del acoso escolar: de verlo como un elemento inevitable del crecimiento a una violación de los derechos humanos de los niños. “La gente solía pensar que la intimidación es un comportamiento normal y, en algunos casos, que incluso podría ser algo bueno, porque construye el carácter”, explica Arseneault. “A los investigadores les llevó mucho tiempo empezar a considerar el bullying como algo que puede ser realmente dañino”.

Este cambio de mentalidad, explica Robson, está llevando a muchos expertos a probar nuevos métodos contra el acoso con algunas estrategias nuevas encaminadas a crear un mejor entorno en las escuelas.

En conjunto, estos hallazgos sugieren que los intentos de eliminar el acoso no son solo un imperativo moral para aliviar el sufrimiento inmediato de los niños, sino que también pueden traer beneficios a largo plazo para la salud de una población.

Entre los años 90 y principios de los 2000 en los colegios británicos no había campañas sistemáticas para abordar el problema del acoso escolar. Los maestros se limitaban a castigar ciertos comportamientos, si se observaban. La responsabilidad de informar sobre el problema era siempre del estudiante, por lo que muchos casos quedaban ocultos. Además, algunos docentes apoyaban tácitamente el acoso haciendo la vista gorda ante problemas obvios. Otros (una minoría rara pero tóxica) incluso se ponían activamente de parte de los acosadores.

Además de todo esto, se toleraban ciertos tipos de intimidación porque reflejaban prejuicios sociales más amplios. Por ejemplo, en un estudio longitudinal se observó que una proporción significativa de hijos de madres lesbianas reportaron burlas o intimidación debido a su tipo de familia, aunque el apoyo de los padres amortiguó el impacto. Los jóvenes LGBTQ también tienen más probabilidades de sufrir acoso y otras agresiones en la escuela. Sin embargo, las escuelas en el pasado han tendido a ignorar el acoso homofóbico.

El Programa de Prevención del Acoso de Olweus

Afortunadamente, explica Robson, las investigaciones en curso proporcionan algunas estrategias comprobadas contra el acoso escolar que se sabe que ayudan.

El Programa de Prevención del Acoso de Olweus es uno de los esquemas más probados. Fue desarrollado por el difunto psicólogo sueco-noruego Dan Olweus, quien encabezó gran parte de las primeras investigaciones académicas sobre la victimización infantil. El programa se basa en la idea de que los casos individuales de acoso suelen ser producto de una cultura más amplia que tolera la victimización. Como resultado, intenta abordar todo el ecosistema escolar para que el mal comportamiento no continúe.

Como muchas intervenciones, el Programa Olweus comienza con un reconocimiento del problema. Por esta razón, las escuelas deberían establecer una encuesta para preguntar a los estudiantes sobre sus experiencias. “Saber lo que está pasando en su colegio es realmente importante y puede guiar sus esfuerzos de prevención del acoso escolar”, dice Susan Limber, profesora de psicología del desarrollo en la Universidad de Clemson en Carolina del Sur en el artículo de la BBC.

El Programa Olweus anima a la escuela a establecer expectativas muy claras para un comportamiento aceptable y las consecuencias si infringen esas reglas. “Las sanciones no deberían ser una sorpresa para el niño”, dice Limber. Los adultos deben actuar como modelos positivos a seguir, que refuercen los buenos comportamientos y muestren tolerancia cero ante cualquier forma de victimización. También deben aprender a reconocer los lugares dentro de la escuela donde es más probable que ocurra la intimidación y supervisarlos con regularidad. “Todos los adultos de la escuela necesitan una formación básica sobre el acoso: las personas que trabajan en la cafetería, los conductores de autobuses, el conserje”, explica Limber.

A nivel del aula, los propios niños organizan reuniones para discutir la naturaleza del acoso escolar y las formas en que pueden ayudar a los estudiantes que son víctimas del mal comportamiento. El objetivo es conseguir que el mensaje anti-bullying quede arraigado en la cultura de la institución.

El programa Olweus funciona

Robson explica que, al trabajar con Olweus, Limber probó el esquema en varios entornos, incluida una implementación a gran escala en más de 200 escuelas en Pensilvania. Sus análisis sugieren que el programa resultó en 2000 casos menos de intimidación durante dos años. Es importante destacar que los investigadores también observaron cambios en la actitud general de la población escolar hacia el bullying, incluida una mayor empatía por las víctimas.

Los resultados de Limber no son los únicos que muestran que las campañas anti-bullying sistemáticas pueden generar un cambio positivo. Un metanálisis reciente, que examinó los resultados de 69 ensayos, concluyó que las campañas contra el acoso escolar no solo reducen la victimización, sino que también mejoran la salud mental general de los estudiantes.

A pesar de las evidencias científicas, estas intervenciones aún no se han incorporado de manera generalizada a los programas nacionales de educación.

La implicación de las familias

Por supuesto que el bullying no es solo un asunto de las escuelas. De hecho, Limber argumenta que los padres y cuidadores deben estar atentos a las señales de un posible caso de acoso escolar. “Debes ser proactivo al hablar sobre el tema, no esperes a que surja”, dice.

Limber enfatiza que el adulto debe tomarse muy en serio las preocupaciones del niño, incluso si parecen poco importantes. “Escucha atentamente y trata de controlar tus emociones mientras las escuchas”. El cuidador debe evitar hacer sugerencias apresuradas sobre cómo el niño puede manejar el problema, ya que esto a veces puede crear la sensación de que la víctima tiene la culpa de la experiencia.

Si es necesario los progenitores deben iniciar una conversación con la escuela, quienes deben elaborar un plan de inmediato para asegurarse de que el niño se sienta seguro. “Lo primero es concentrarse en ese niño y sus experiencias”.

Crecer rara vez va a ser fácil, concluye Robson. Los niños y los adolescentes están aprendiendo a manejar las relaciones sociales y eso siempre va a traer sufrimiento y malestar. Como adultos, podemos ayudar a los niños enseñándoles que ciertos tipos de comportamientos nunca son aceptables y que la culpa siempre es de los agresores. Tales lecciones podrían tener un impacto generalizado en la salud y la felicidad de muchas generaciones venideras, como muestran las últimas investigaciones.

Fuente: niudiarios.es

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